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Reseña: A sangre fría (In Cold Blood), de Truman Capote

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Editorial: Sudamericana
Año original de publicación: 1966

El 15 de noviembre de 1959, en un pueblecito de Kansas, los cuatro miembros de la familia Clutter fueron salvajemente asesinados en su casa. Los crímenes eran, aparentemente, inmotivados, y no se encontraron claves que permitieran identificar a los asesinos. Cinco años después, Dick Hickcock y Perry Smith fueron ahorcados como culpables de las muertes. A partir de estos hechos, y tras realizar largas y minuciosas investigaciones con los protagonistas reales de la historia, Truman Capote dio un vuelco a su carrera de narrador y escribió 'A sangre fría', la novela que le consagró definitivamente como uno de los grandes de la literatura norteamericana del siglo xx. Capote sigue paso a paso la vida del pequeño pueblecito, esboza retratos de los que serían víctimas de una muerte tan espantosa como insospechada, acompaña a la policía en las pesquisas que condujeron al descubrimiento y detención de Hickcock y Smith y, sobre todo, se concentra en los dos criminales psicópatas hasta construir dos personajes perfectamente perfilados, a los que el lector llegará a conocer íntimamente. 'A sangre fría', que fue bautizada, pionera y provocativamente, por Capote como una «non fiction novel», es un libro estremecedor que, desde la fecha misma de su publicación, se convirtió en un clásico.

Si bien es el primer libro del norteamericano Truman Capote que leo, no es mi primera referencia de él. Como es esperable, Breakfast at Tiffany's es su trabajo más reconocido. Es que quién puede pecar de ignorar a la magnánima Audrey Hepburn en el film honónimo como Holly Golightly. 

Después de leer devorar A sangre fría en dos tandas que todo tuvieron de densas, quedé con varias impresiones. Perturbada es decir poco. Sumergirse en el proceso creativo del autor es encontrar ninguno, pues esta novela inaugura supuestamente el género de la no-ficción. Se basa entonces, en hechos reales. Un crimen ocurrido en el estado de Kansas por allá por 1959, que el autor documentó para describir los hechos y caracterizar tan magistralmente a los perpetradores, es la materia prima de una historia que posteriormente se llevó a la gran y pequeña pantalla.


Perry (Robert Blake) y Dick (Scott Wilson) en In Cold Blood [1967]
Cuando un libro te deja negra, al tratar de escribir qué es lo que piensas de él no sabes por dónde. Decir que In Cold Blood consiguió lo que todo buen libro debe hacer: impresionarme. Si bien no soy partidaria de dilucidar la trama ofreciendo si quiera sinopsis, es importante saber ciertos datos que entusiasman.

A través de la rápida y aguda (muchas de sus observaciones son muy dignas) pluma del autor nos sumergimos en el caso metiéndonos en la piel de una familia Clutter que pecaba de encarnar un idilio, empeñada la plena felicidad sólo por la depresión de la madre, de la comunidad que tanto los aprecia, de los asesinos y detectives que llevan el caso. El efecto que consigue tal forma de narrar resulta cómoda y necesaria cuando se cuenta lo que se pretende contar. La sangre fría de los asesinos, que por cierto llegamos a conocer en profundidad, es una condición que aunque no justifiquemos, entendemos gracias a las múltiples perspectivas que nos pone a disposición. Y esto es lo que me parece laudable, que el autor consiga despertar cuestionamientos morales, de justicia y de sentimentalismo en el lector, que dicho sea de paso, es muchísimo menos impresionable en estos días que los de la década del sesenta, fecha de la primera edición

La caracterización de Dick y Perry, culpables del asesinato de la familia Clutter de Holcomb, es de verdad digna de laureles, aplausos, peluches, etc. Es formidable lo bien bosquejados que están en las páginas. Cada arista de su personalidad está tan bien descrita, qué digo, mostrada que toman vida propia. Sé que el que sean de carne y hueso ayuda, pero el talento que requiere conseguir dimensión en los personajes es incuestionable.

Independiente de la veracidad y objetividad del relato - ya que Capote pasó seis años documentando el crimen-, es un libro que bien vale la pena leer. Si se es un lector sensible se es capaz de sentir impotencia por el asesinato de la ejemplar e inocente familia Clutter, de la rabia a la conmiseración por un par de sujetos que parecen perpetrar un crimen cuyo resultado solo lo configuraron supersticiones y casualidades.

Dividido en partes, el último es el más denso y el que nos permite inmiscuirnos en el sistema penal estadounidense. Así, se presentan cuestiones como el papel que desempeñan en el la opinión pública, la enajenación mental como excusa, la arbitrariedad judicial y justicia según la letra de la ley, introducidas de forma que parecen sutilezas. Ni idea de cómo estructurar ni hacer reseñas dignas, no es este mi talento. Sin embargo, es necesario animar a que lo lean. Vale muchísimo la pena.

“There is considerable hypocrisy in conventionalism. Any thinking person is aware of this paradox; but in dealing with conventional people it is advantageous to treat them as though they were not hypocrites. It isn't a question of faithfulness to your own concepts; it is a matter of compromise so that you can remain an individual without the constant threat of conventional pressures.”

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